Fuente: http://labrujula.nexos.com.mx/?p=115
La ciudad como estrategia preventiva contra el crimen
OCTUBRE 28, 2014
Salvador Medina
Cuando se analiza la criminalidad en México, pocas veces contempla desde un enfoque urbano espacial. Discusión que es fundamental, dado que el 77.8% de la población vive en una ciudad.
Comencemos con una obviedad. La actividad criminal se facilita en sitios donde no hay testigos, en lugares donde no hay comunidades que puedan reaccionar al mismo. Los crímenes suelen suceder fuera de los ojos del público, pues así se reduce la probabilidad de ser castigados por ello. En las ciudades mexicanas, abundan este tipo de espacios, creados por falta de dimensionamiento del espacio urbano en dos escalas (macro y micro- ciudad y barrio) y su posible relación con la provisión de servicio de seguridad y con el crimen.
A escala de ciudad, la expansión desordenada y anárquica de las urbes de las últimas tres décadas, ha llevado a la disminución de la densidad poblacional (5.42% anualmente) y al surgimiento del fenómeno metropolitano, lo cual se ha traducido en mayores costos y dificultades para proveer seguridad. No es igual vigilar 10 casas pequeñas en una calle, que 10 casas a lo largo de cuatro kilómetros, como tampoco es lo mismo tener una sola policía para una zona metropolitana que muchas corporaciones municipales actuando sólo en su territorio. Esta expansión desordenada, además, genera espacios “vacíos” entre los nuevos conjuntos de viviendas de interés social, entre los asentamientos informales, discontinuidades aprovechables que facilitan los crímenes. Una situación que parece haberse presentado en Ciudad Juárez, que creció seis veces su superficie entre 1980 y 2010[1], y donde el 48% de los feminicidios sucedió en lotes baldíos, los cuales representan el 40% de la mancha urbana de la ciudad.
A escala de barrio, dada la falta de directrices claras sobre el diseño edificaciones, las infraestructuras y su interacción con el espacio público también generan infinidad de sitios que facilitan los crímenes.
Por un lado, los grandes muros ciegos (sin puertas ni ventanas) en planta baja rompen la interacción que se pudiera realizar entre las edificaciones y el espacio público. Estos surgen de la presencia de grandes edificios, gubernamentales o privados, amurallados. También pueden ser grandes estacionamientos, jardines u otros sitios con actividades esporádicas y sin comunicación directa con el espacio público debido a alguna reja. O bien, una gran cantidad seguida de plantas bajas no activas en distintas edificaciones porque o bien son bardas, o son entradas a estacionamientos.
Por otro lado, tenemos la ruptura de la trama urbana, de las conexiones directas a pie entre barrios, por grandes vialidades, viaductos, distribuidores viales, grandes desagües al aire libre, ríos y transporte ferroviario a nivel de piso. Algo conocido como barreras urbanas que inhiben la vida pública continua en estos sitios. La solución a estas suelen ser los puentes peatonales, los cuales terminan no siendo utilizados pues facilitan aún más el crimen al situar a las víctimas en un espacio cerrado sin posibilidades de ayuda. En un estudio del no uso de estas infraestructuras en la Ciudad de México en 2010, el 25% mencionó no utilizarlos por considerarlos inseguros y el 30% respondió que requieren mejorar su iluminación y seguridad. Estas barreras urbanas también se presentan por grandes edificaciones, como las mencionadas anteriormente, que rompen la trama urbana y generan grandes muros ciegos.
Por su parte, la falta de mixtura de usos de suelo, por ejemplo zonas de oficinas o residenciales, provocan que en ciertos días u horarios estos inmuebles se vuelvan solitarios y susceptibles a la apropiación por la delincuencia. Por último, un espacio público de baja calidad, fruto de su no mantenimiento, de su mala iluminación, entre otros factores, aleja a las personas de usarlo. Al igual que la degradación de edificios puede generar lo mismo. Esto lleva al efecto “ventana rota”, es decir, a que un espacio deteriorado por algún tipo de vandalismo favorecerá que se cometa más vandalismo y pueda alentar al crimen.
Ahora bien, la política pública ha sido la no intervención y permitir que los privados provean sus propias soluciones contra la delincuencia, lo cual ha llevado al surgimiento de la “arquitectura de la inseguridad”. Ésta es caracterizada por los conjuntos residenciales cerrados y de formas urbanas “protegidas” (escuelas privadas, hospitales privados, malls,deportivos privados, colonias enrejadas, etc.) destinadas a las clases medias y altas de la sociedad, y que se aíslan del espacio público y su contexto urbano circundante.
Paradójicamente, este tipo de arquitectura defensiva, en lugar de reducir la percepción de inseguridad, la incrementa. Esto se debe a que generar una separación física marcada entre las clases poblacionales altas y bajas lleva al mal entendimiento e incomprensión entre las mismas clases, lo que a su vez genera mayor tensión y agresividad social, que permiten el mantenimiento de altos niveles de delincuencia al inhibir la formación de comunidades. Pareciera así una planificación premeditada del miedo.
Peor aún, esto deriva en el abandono del espacio y servicios públicos, en especial del transporte público, incentivando el uso del auto que lleva a abogar por más infraestructura vial y estacionamientos, que a su vez incentivan la expansión de las ciudades, generando bajas densidades y así, un círculo vicioso.
Por lo anterior es necesario virar en cuanto al modelo de ciudad que se impulsa. También hay que modificar el diseño urbano y los usos de las edificaciones. Se necesita apostar por un modelo de ciudad densa, mixta y compacta, enfocada en facilitar la vida en las calles, mediante la caminata el uso de la bicicleta y del transporte público. Medida que si bien tardaría su tiempo en implementarse, permitiría en el mediano plazo no sólo la provisión de servicios de seguridad de una forma más económica. También se aprovecharía mejor el escaso espacio urbano, generaría mayor actividad y tendría amplios beneficios de sustentabilidad por la reducción de viajes en automóvil. Una estrategia conocida comoDesarrollo Orientado al Transporte.
A nivel barrio, la política urbana debe fomentar usos mixtos y diversos, en plantas bajas, y para diversos horarios a lo largo del día. Incentivar el desarrollo intraurbano, especialmente en lotes baldíos o grandes superficies de estacionamiento. Eliminar las barreras urbanas y crear cuadras pequeñas que sean caminables. Así como dar un mantenimiento continuo a los espacios públicos y edificios en deterioro. Es importante destacar que no es recomendable (ni genera equidad) eliminar el comercio informal en la calle, por el contrario se le tiene que reordenar, de tal forma que generen actividad en el espacio público, sin saturar estas y manteniendo la higiene del espacio público.
De la misma forma, en el diseño del espacio público y su construcción se deben aplicar medidas de “prevención del crimen mediante diseño ambiental” (Crime prevention through environmental design, en inglés), como iluminación y espacios abiertos, por ejemplo. Medidas que en Estados Unidos se han asociado con disminución de las tasas de robo de entre el 30 al 84%.
Un ejemplo de la aplicación de algunas de estas políticas ha sido Medellín, Colombia, la antigua capital mundial del crimen, que al proveer de un transporte masivo de calidad a zonas marginadas (Metrocable), mejoramiento del espacio público, creación de un centro cultural (Parque Biblioteca España) activo todo el día, acompañado de otras políticas para fomentar la vitalidad en el barrio (como la creación de negocios), dio pie a la recuperación de un barrio marginal y a la reducción del crimen[2].
Sin duda las intervenciones espaciales permiten prevenir la delincuencia al fomentar la vida en las calles y la creación de comunidades, más no es suficiente. Estas intervenciones además requieren, entre otras cosas, de un aparato de policial y de procuración de justicia que funcione adecuadamente, así como fundamentalmente un modelo de desarrollo económico que genere oportunidades viables para salir de la pobreza y reducir la desigualdad social. De lo contrario, cometer crímenes para obtener ingresos continuará siendo la opción más atractiva de vida en el corto plazo.
Salvador Medina Ramírez es economista/urbanista. Actualmente labora en el Instituto de Políticas para el Transporte y Desarrollo.
[1] SEDESOL. (2012). La expansión de las ciudades 1980-2010. México: Secretaría de Desarrollo Social.
[2]Una explicación adicional de la reducción del crimen en Medellín incluye la desmovilización de paramilitares y el fin de la guerra de las pandillas. Hylton, Forrest. “‘Extreme makeover’: Medellín in the New Millennium”, en: Davis, M y Bertrand, D. (2007).Evil Paradises: Dreamworlds of Neoliberalism. New York: The New Press. |
6 pasos para evitar las
compras compulsivas
Comprar uno o dos pares de zapatos porque te gustaron demasiado no es algo grave, pero comprar cinco pares cuando tienes en casa otros 40 sin usar puede ser preocupante.
Si sueles hacer compras innecesarias, que rebasan tu presupuesto y tu nivel de ingresos, y tienes abultadas deudas, quizá seas un comprador compulsivo y tu economía puede estar en riesgo.
Detrás de un comprador compulsivo existe una persona insegura, desmotivada e indecisa con dificultades para relacionarse con otros. “Buscan cubrir la falta de cariño, atención, reconocimiento y autovaloración comprando artículos que no necesitan”, describió la psicoterapeuta y coach, Sandra Pérez de la Vega.
Este comportamiento se vuelve patológico cuando las compras superan cinco ocasiones al mes, dijo la especialista. Las personas que tienen estas conductas recurren a empeñar, sobregirar sus tarjetas de crédito, sacrificar el gasto familiar y hasta poner en riesgo su relación de pareja, familiar, laboral y de amistad.
“Son personas que obtienen créditos para seguir comprando, piden préstamos familiares, compran a meses sin intereses sin pensar en cómo pagarán esa cantidad, pues solo desean satisfacer su deseo de compra”, comentó la coordinadora de la escuela de Psicología de la Universidad Panamericana, María Isabel Gutiérrez Peláez.
Este comportamiento puede crecer o empeorar como una “bola de nieve”. Los compradores compulsivos, como las personas que padecen alguna adicción, caen en la cuenta de que lo que han comprado los dejó sin dinero o no era necesario y entran en depresión o estrés de nuevo.
El problema es que para sentirse mejor vuelven a comprar. “Caen en un círculo vicioso”, dijo la catedrática de la UP.
Este trastorno puede afectar más a las mujeres que a los hombres, ya que ellas son más emocionales. “Las mujeres son más propensas a caer en depresión y siempre hay una mayor competencia entre el género femenino, quieren tener más o mejores artículos”, detalló la psicoterapeuta y tanatóloga, Mariu Pérez Ibarguen.
Los compradores compulsivos son incapaces de ahorrar. Cualquier bono, aguinaldo o dinero que llegue a sus manos tiene un destino inmediato.
[...] te damos estos consejos para controlar tus impulsos de comprar:
1. Planea tus compras
Haz una lista de lo que comprarás. Toma conciencia y reflexiona sobre lo que verdaderamente necesitas. “No salgas de casa sin haber hecho una comparación de precios con anterioridad para que detectes las verdaderas ofertas”, dijo la fundadora de Creadores de éxitos, Ana Cortés.
2. No compres cuando estés triste
Seguramente has escuchado que cuando las personas están tristes compran para consentirse o reconfortarse. “Distrae tu mente en otras cosas, realiza alguna actividad física, una reunión en familia y aléjate de los centros comerciales”, recomendó Cortés.
3. Sal acompañado
Recuerda que no estás solo, un amigo o familiar puede ser tu respaldo. Pide a alguien de tu confianza que te acompañe cuando vayas de compras. Su misión será vigilar tus compras y limitarte en caso de ser necesario, sugirió la especialista en finanzas personales de Creadores de éxitos.
4. Destina un presupuesto específico
Si sales de compras lleva solo en efectivo la cantidad que hayas destinado para comprar. Deja las tarjetas de crédito en casa.
5. Detecta si tienes una conducta acumuladora
Los compradores compulsivos, compran muchos productos de una misma categoría y no se deshacen de ellos: los conservan. Pueden caer en compras irracionales y sin sentido, advirtió Pérez Ibarguen.
6. Busca ayuda
Si las compras han puesto en números rojos tus ingresos, busca ayuda profesional de un psicólogo o terapeuta. “Un especialista te ayudará a saber qué es lo que te hace falta, cómo está constituido tu circulo social, familiar y de pareja y cómo enfrentar esas carencias”, agregó Sandra Pérez de la Vega.